Todos estaban esperando el
fin de mes para recibir su paga, muchos ya tenían medio sueldo endeudado pero
aun así estaban felices, en ese momento Federico saco a relucir en que iba a gastar el resto del pago, sacando los servicios y el arriendo era mucha plata
que podía usar en sus asuntos personales, ¿cuáles eran esos? Una bicicleta, la negra con amarillo que
estaba persiguiendo por meses, aunque también estaba pensando en el viaje al
mar de fin de año, que tenía planeado solo o con algún compañero de la empresa,
el Topo sacando sus deudas podía sacar la moto del taller, ya era tiempo;
estaba gastando mucho en pasajes, doña María que hacia parte del grupo, pensaba en
los pagos de la mensualidad del colegio del hijo, el mercado y los pasajes del mes siguientes.
En un lugar se juntaban por tradición
a la hora del almuerzo, detrás de la tienda donde calentaban las cocas, junto a la empresa… contaban chistes,
unos morbosos, otros verdes y unos de los que no dan risa, Federico, el más
joven aprendía de la experiencia de los más viejos, contaban cuanta cosa se les
ocurría, noticias, anécdotas de cuando
ellos eran jóvenes y bellos y le decían:
-Tu no vas a durar mucho aquí- le decían,
-Estas hecho para otras
cosas-
-Estudie-
Federico no aguanto más y soltó
la noticia:
-Hermanos me les voy- dijo
- ¿cómo es eso? – replico inmediatamente
el Topo
- si señores - es justo, el mes que viene.
Armado de quinientos mil
pesos, su pasaporte, un maletín con ropa veraniega y un libro.
Federico dejo la ciudad,
solo.
Cada tanto monta fotos y manda saludos por
internet y hace llamadas por cobrar a sus padres.
En las noches antes de ir a
dormir se fuma un calillito para relajarse…
Es feliz.