Pensé en las oportunidades que tendría en irme a vivir cerca del centro de la ciudad, tendría más tiempo para disfrutar de la vida
nocturna de esta ciudad, tiempo para estar con amigos, de fiestas sin
preocuparme por el bus o el metro, a
cuatro cuadras del centro, que más podía pedir, si en algún momento quería una
cerveza podía salir en busca de ella y ahí las encontraría, pero bueno ya no sé
qué pensar de todo esto, salgo menos y me emborracho más en mi ksa o en ksa de
amigos, tomando tequila y mucha cerveza, no he tenido romances, si he sentido miradas
de nenas, que quieren ser queridas en noches de frio, en tardes de calor, he
salido corriendo, porque no me importa,, mi cuerpo no desea eso, por ahora.
Escucho muchas historias de desamor, de romances, veo
discusiones de parejas, mendigos buscan algo en la misma caneca, indigentes
fumando en esas pipas artesanales, besos con lengua, manos bajando braguetas,
tangas en las calles, toallas higiénicas ensangrentadas, colillas de
cigarrillos encendidas siendo recogidas por un joven en uniforme escolar.
Espero que se termine este día, mañana tengo que salir en
busca de nuevas historias, no puedo dejar de pensar en la noche que observando
desde la ventana de la ksita un accidente de moto, en lo que va de este mes, ya
son seis accidentes, un promedio de uno
cada dos días, eso es mucho; y eso que son calles de barrio, los motoristas no
respetan las señales de pare, son muy acelerados. No sé qué piensan para cruzar
una calle sin mirar, estoy demasiado tiempo aquí metido, las viejas del
ancianato ya me saludan todas las mañanas, lo bueno de todo esto es que tengo
la mejor vista de la ciudad, espero que algún día la pueda compartir con
alguien especial.
No siento maldades pero si he tenido momentos en los que me
he visto descender los dieciséis pisos en caída libre, me veo caer, escucho un
fuerte grito “hijueputa”, es un instinto de suicida, que pensé haber superado,
pero está en mí, recuerdo la primera vez que me internaron en el hospital, para
un tratamiento, me asignaron el piso noveno, estaba en compañía de un señor
adulto al cual le amputaron el pie derecho, era amante del chavo del ocho,
todos los días a las cuatro de la tarde me decía que si le ponía el chavo, yo no
veía ese programa, pasa viendo videos musicales, programas de mi interés, justo
a las cuatro tenia que poner el chavo, los mismos capítulos que veía de
pequeño, no lo podía creer… desde esos días empecé a odiar el chavo, serio,
odio el chavo.
Yo tenía el control, podía ver lo que deseaba, pero siempre a
las cuatro de la tarde no sé por qué mierdas le ponía al señor el chavo,
resultaba yo complaciendo al señor, tal vez sentía algo de lastima del señor, cuando
eran las cuatro me tocaba, correr la cortina que separa las camas y escuchar
música en audífonos, era en esos momentos en que más pensaba en la caída, en
las horas de la comida, la enfermera llegaba con la cena, la dejaban y se
marchaban a seguir repartiendo la comida a los demás enfermos, no probaba bocado, tomaba el cuchillo e
intentaba aflojar los tornillos que aseguraban la ventana, eso tardaba mucho,
ya que estaba muy débil, poco a poco cada día iba maquinando mi plan suicida,
al octavo día de internado mi plan estaba casi listo, solo esperaba la hora en
la que las enfermeras estaban más ocupadas, la hora en que el señor compañero
de cuarto veía el chavo del ocho.
Recuerdo que estaban aterrizando muchos helicópteros,
llegaban con heridos del ejército, soldados que estaban combatiendo con la
guerrilla, había mucho movimiento, pensé que sería el mejor momento para
ejecutar mi plan, inicien puntual, corrí la cortina, me acerque a la ventana y
con seguridad quite uno a uno los tornillos que impedían llevar a cabo mi plan;
había logrado todo, corrí la ventana, sentí el viento en mi rostro, tome una
silla, la puse cerca a la ventana, apoye mi pie, el derecho, en la silla, mi
brazo izquierdo toco uno de los costados de la pared, mi pie izquierdo lo puse
en la ventana, hasta ahí no pensé en nada ni en nadie, el impulso de saltar
acelero mi ritmo cardiaco, por detrás y con fuerza sentí unos brazos muy suaves
que me tomaban con fuerza, ¿usted que va hacer? Me retiro fuertemente de la
ventana, me acostó en la camilla, esa enfermera sí que tenía fuerza, acto
seguido me dopo, la ventana fue sellada nuevamente, los cubiertos de las
comidas fueron cambiados por esos
cubiertos desechables y solo me llevaban cuchara.
Al siguiente día me atendió un siquiatra, mi compañero de
habitación no se dio cuenta de nada, el chavo lo idiotizaba.
Últimamente siento el viento tocar mi rostro cuando me asomo
a la ventana de mi ksita, puedo ver como el sol ardiente incita a la mujer de
una terraza a broncear su cuerpo, puedo ver como la lluvia lentamente moja el
asfalto, ahora lo único que se me pasa por la mente es poder vivir. ¿Oyes lo
que digo? Poder vivir.
Ahora estoy viejo a mis 38 años, tengo buena apariencia, ya no soy un chico que se
masturba en su cuarto, el pelo se me cae cada vez que lo lavo, tengo ojeras y
barriga protuberante, al tomarme unas dos cervezas voy a mear inmediatamente,
las mujeres no me desean, soy un viejo desaliñado, desagradable y solitario.
Eso sí me gusta prestar atención a cada paso de los recorrido
de los gatos en el tejado, he visto gatos negros, blancos, pintas blancas y
negras, hermosos gatos caminando por grandes tejados, ahora tengo esa rara
costumbre, será quizá ¿porque ya no salgo de casa?, bueno hace como tres semanas
venga y voy de la portería del edificio, a mi ksa y al bar, ahora soy un
experto en la bebida del Mate, pues bueno, una noche, tarde por cierto, estaba
con mi termo de agua y el mate, la bombilla, todos ahí no saben muchas cosas de mí, cada
cual también con sus problemas, a veces me hago el loco y paso derecho tomando
mates con ellos, pero mi cuerpo es el que dice basta, no se porque esta bebida genera en mi una gran actividad, llego aquí solo a escribir, la cosa es que ya no tengo mate para
tomar, estoy empezando con la locura porque ahora puedo dormir mas, no me gusta,
desearía estar despierto mas tiempo, quiero dormir entre 4 y 6 horas.
Por estos días al señor Roberto Gómez Bolaños a estado muy
felicitado estaba de cumpleaños, ya decía yo que parecía estar siempre tan
joven y lo vi ahí tan viejo, tan mal, y recuerdo a mi compañero de cuarto.
pensar en el suicidio es muy normal en un hospital.