Sintió una necesidad tremenda de salir
a montar en bicicleta ni siquiera miro la hora pero se dio cuenta que era muy
tarde. Ya todo estaba cerrado y por los lados del mercado los campesinos
le daban color a la noche.
Dio muchos pedalazos, esa necesidad
de recorrer las calles desoladas, ya era costumbre, una manera de perderse y,
perderse por los barrios era la mejor
medicina, los perros ladraban a su paso, las luces se encendían, los pequeños
malandros; esos que en el día atemorizan a cualquier transeúnte en la noche
parece no importarles ya nada, tal vez sea por tanta mierda que tiraron durante
el largo día.
Después de cruzar la esquina con
la virgencita se persiga y da gracias a dios por todo, se aleja
unas cuantas cuadras, repentinamente le da frío saca de su mochila una chaqueta
que hace rato no usaba, cuando está terminando en uno de los bolsillos
encuentra una nota, un nombre de mujer y un teléfono, había quedado de salir
con la chica pelirroja del instituto de bellas artes, pero sentía mucho susto,
era tres años mayor además de tener una dura situación por estar viviendo muy
lejos del centro, le costaba mucho bajar a todo. No sabía montar bicicleta y
para más complique la mamá le prohibió subirse a una, para todos la vida no es fácil.
Recordaba su sonrisa y su cuerpo
bien formado ¿y si a lo mejor la llamo?- pensó-
Nació un día en el que sus padres
corrían en medio de un temblor rumbo al hospital en su pueblo natal, esos intensas
patadas y dolores de la madre ya pronosticaban el afán de salir, el cura daba
la misa dominical y la tierra se movía muy fuerte, como señal de que todo en algún
momento se puede ir a la puta mierda, así reces o corras.
Fue un pelaito muy inquieto, mantenía
más tiempo castigado por que todo el tiempo quería estar por fuera, encaramado
en los árboles, bañándose en el río, pateando un balón, la escuela fue una
sorpresa por ser el sitio en el que hallaría a su primer amor. Esa historia las
contare en la próxima entrega.
Dejo repicar el teléfono dos,
tres, cuatro y colgó, total no tenía claro que iba a decir o preguntar, todo
por su mente era confusión en eses instante, esa nena no la veía desde hace un
mes y seguía estando ahí pendiente de ella. Se despreocupo y siguió su
recorrido, el papelito lo dejo olvidado en el teléfono público, como una manera
de olvidar.
Ya despuntaba el sol y lo mejor
era llegar a casa a estas horas todos salen de afán a sus lugares de trabajo y
el de relajo no quería sentirse acelerado, era largo el camino de regreso.