Un aire fresco dejan las lecturas en mi habitación que dan ganas de hablar, de caminar, de seguir rodando por estas calles o
recorriendo alguna vereda cercana y cuando llegue el cansancio solo sentarse a
meditar mirando una a una las estrellas. Buena vibra por esos caminos, me decía
un caminante, después de darle comida a su acompañante, una mujer deseable por
su hermosa piel y ese brillo en la mirada que sin querer impregno en mi un
querer cuando después de pasar me voltea a ver. Alucinando todas las noches, un
silbido entra por la ranura que deja la ventana medio abierta, que más bien parece
un chillido de ratas recién nacidas y con hambre.
Té a las 12 del día para
calmar las ansias, dudosas circunstancias nos permiten
contar de qué se trata todo esto. ¿Qué tal si no te vuelvo a ver? O si me
vuelvo tu pecado? Profunda desesperación por saber quién es el mayor, me delata
un ojo lloroso. Sabe que muchachita me voy a intentar olvidar…