martes, 16 de agosto de 2011

Buda exploto por vergüenza


La película franco-iraní Buda exploto por vergüenza, nos cuenta la odisea de una niña afgana para comprar un cuaderno. El cuaderno es el pretexto para asistir a la escuela. Ya que no tiene lápiz, decide llevar el pintalabios de su madre, lo que provoca que unos niños, que juegan a ser talibanes, decidan apedrearla. Los niños de la aldea juegan a la guerra con ramas que hacen pasar por fusiles y cometas que representan cazas de combate. Pero no todo es de pega: en este juego, las piedras son de verdad. Cuando atrapan a Baktay, “la niña”, ya tienen a otras tres niñas encerradas en una cueva. Los motivos para retenerlas varían entre que opinan que una niña no debería ir a la escuela o que las pequeñas tienen los ojos demasiado bonitos, o una lamina de un jugador de fútbol.

Toda la película es una continuada metáfora, o quizá una alegoría, sobre la vida de las mujeres en esas comunidades, la guerra y la ausencia de libertad que supone convivir con los talibanes. Casi cada una de las frases que pronuncian los dos niños protagonistas podría servir para resumir el mensaje de la película: “No me han enseñado nada, he aprendido sola”. “Baktay, muérete, si no te mueres, no serás libre”. “No quiero jugar a apedrear”. “No me gusta jugar a la guerra”, expresiones dichas por niños muy pequeños, pero que están cargadas de sabiduría, y dolor, están viviendo una vida de grandes, la niña cuida a su hermano, pues la madre trabaja, y cuando decide ir a la escuela por sus propios medios se encuentra con una sociedad que margina, que excluye, y no mira a sus niños.

La parte más original es la de algo parecido al fanatismo, que empieza ya a hacer mella incluso entre tiernos infantes masculinos; porque Batkay encontrará en la escuela a un grupo de niños que juegan a la versión local de "indios y vaqueros", juegan a talibanes y mujeres que deben llevar burka (improvisados con bolsas de papel) y ser lapidadas por usar pintalabios; aunque hay momentos en que se incide en la crueldad infantil, está todo limpiado por cierta ingenuidad e inocencia, y de hecho los niños son capaces de cambiar de rol, y convertirse en norteamericanos en busca de peligrosos terroristas. La película es sencilla, y de lo sencilla es conmovedora. La crueldad de los niños y su mentalidad, el odio se les ve en la mirada, pero un odio que se da para sus amigos sus hermanos.

Juegan a una guerra en la que los adultos no tienen ni voz ni voto.

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