miércoles, 13 de julio de 2011

BEATRIZ DE LOS SUEñOS.

(El que no sueña no vive sus pedacitos de maravilla)

Beatriz de los Sueños era la imaginación de la familia. Era muy silenciosa, se movía como flotando y se aparecía a sus hermanas en cualquier rincón de la casa, y siempre de sorpresa. Buscaba la soledad de los jardines, y los rincones tranquilos. Se pasaba horas enteras como ida con sus ‘pedacitos de maravilla’, como dicen que decía ella. Su mirada siempre estaba fija en algo muy lejano que nadie sabía lo que era, pero que debía ser muy lindo y estar muy lejos, o en ninguna parte, o quizás solo estuviera en su mirada. Siempre vestía de rojo. Dicen que era maravilloso lo que sucedía cuando Beatriz soñaba con los ojos abiertos.

Le cambiaba el color al cielo porque ella soñaba cielos de todos los colores. Dicen que, por sus sueños, un día en la lagunita de Bayajá apareció, reluciente al sol, un hombre en pie sobre una barca de flores tirada por tomeguines y canarios. Un día, porque ella lo soñó así, una rama cayó en el jardín frente a la casa, arraigó al instante, y al instante se hizo un árbol frondoso, cuyas hojas producían los más dulces sonidos. Y también una vez al lado de la casa, entre los cedros, se levantó una taza de mármol muy blanco de la que se elevaba un surtidor de veinte pies de altura que nunca se agotaba. Pero dicen que lo más maravilloso era cuando a Beatriz le daba por soñar con arco iris, porque el cielo todo se cubría de ellos.

Lo malo de los sueños de Beatriz era que duraban poquito, porque se desvanecían cuando ella dejaba de soñarlos. Dicen que Beatriz decía que al cielo se podía llegar agarrada de una sombrilla pero que había que tener cuidado, mucho cuidado con el viento gris que soplaba tan fuerte que no se sabía si era de rabia por lo felices sueños de Beatriz o por que se acercaba una fuerte tormenta, cuando esto sucedía Beatriz no podía soñar en dos noches seguidas. Por ser este el tiempo que el viento gris duraba enojado. También dicen que había sido la más enamorada de las viejitas y que había tenido muchos novios. Y dicen que ella decía que los sueños son como la sangre, que siempre está correteando por dentro de la carne.

Alejandra y ella eran las que les evocaban los novios a las demás viejitas. Y dicen que cuando Alejandra y Beatriz hablaban de eso, las viejitas suspiraban y quedaban todas desconcertaditas y los ojos se les ponían chiquitos y brillosos. Dicen que Beatriz siempre soñaba despierta, con los ojos abiertos, y que cuando los cerraba, se hacía de noche en el cielo y en la tierra.

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