CARMELA Y EL EMBAJADOR.

Senegal
LO QUE LE GUSTA: la poesía, las aves en el aire al atardecer, el mar en verano y el invierno con abrigo, la soledad.
LO QUE NO LE GUSTA: las guerras, la mentira, el jugo de maracuyá sin azúcar
ANTECEDENTE: paso de ser secretario de cultura en su país a embajador en Francia.
CARMELA Y EL EMBAJADOR.
Cuando Carmela fue a despedir a su nieto al aeropuerto no esperaba ver tanta gente, nunca había dado un peso por él.
Desde que los padres de Kanú murieron, ella le toco cuidar de él, a veces no había que comer, ni nada para tomar y esto la preocupaba; en compañía de sus gatos miraba pasar los días sentada en su silla mecedora.
Kanú ve a ve donde los vecinos si te regalan algo de comer, Kanú ve a ve si en la plaza encuentras frutas y verduras el los basureros, Kanú por aquí, Kanú para ya.
Entre tanto ir y venir Kanú fue conociendo el mundo en el que vivía, y esa mañana mientras buscaba sobrados de comida pasaron unas señoras muy elegantes y se le acercaron, empezaron a preguntarle cosas de él y de su familia, el nombre, la edad, si tenía padres; al dar las respuestas dudaba y pensaba para que querrían estas señoras saber de mi vida pero igual respondía, no tenía nada que perder. Como no tenía padres que respondieran por él, las señoras de inmediato pensaron que era el niño perfecto para la educación que querían brindar. Se lo llevaron al hogar y el no se negó halla tendría comida pensó y que mas que iba a estar lejos de su abuela.
Carmela noto la demora de su nieto y salió a buscarlo, camino calles, callejones, plazas y barrios cercanos buscando a su nieto, sintió una gran culpa, eso no la dejo descansar, busco todo el día y no lo encontró.
La noche llego y con ella el cansancio, se fue para la casa y decidió esperarlo sentado en el mecedor junto a sus gatos; pero Kanú no llego, pasaron dos días, cuatro semanas y años, nada se supo del pequeño Kanú.
El 29 de julio con el sol en lo alto tocaron la puerta, era un mensajero con una carta para ella, firmo la planilla y se entro para ver qué era lo que tenía en su interior ese sobre; pues se trataba nada más y nada menos que una carta de Kanú y un cheque de 500 euros, no lo podía creer, justo el día de su cumpleaños, cuando comenzó a leer no pudo quedarse en pie que cayó en su viejo mecedor; en la carta Kanú agradecía todo lo que hizo por él, también había una serie de recomendaciones.
Arregla el techo de la casa, las puertas y ventanas, que le comprara ese vestido bonito a la señora caridad, el que tanto le gustaba, y que la esperaba en el aeropuerto internacional el 2 de agosto a la una empunto en la puerta ocho sin demora.
Siguió todas las recomendaciones al pie de la letra. En el aeropuerto vio a su nieto hecho ya todo un hombre, rodeado de personas muy bien vestidas, periodistas que ella no fue capaz de acercarse y se oculto. Por la ventana donde se veían despegar los aviones contemplo inmóvil como se marchaba su nieto.